En cualquier
caso, el conflicto que produce la convivencia diaria es un tributo inevitable
y, también, aceptable dentro de unos límites. Cuando son traspasados esos límites
el engranaje de la convivencia se resiente y es necesario añadir el lubricante
adecuado para que las relaciones entre las personas y la misma organización
recupere la situación de equilibrio y estabilidad necesarios para un normal
funcionamiento. No debemos asombrarnos, por lo tanto, de que existan conflictos
y casos de indisciplina en los centros educativos. Si nos preocupara que sus
niveles sobrepasen los índices admitidos
como normales, socave la convivencia tranquila que debe existir y que el
conjunto de la organización escolar se vea perjudicada en sus elementos personales
y formales. En este caso puede ser negativo para toda la comunidad educativa.
La
indisciplina y el conflicto aparecen en los centros educativos con distinta
intensidad según el tipo de centro, el contexto donde se ubica y la edad de los
alumnos. En la mayoría de los casos son inducidos por determinadas actitudes
provocadoras, pero también se da como una forma de reaccionar los individuos
ante el temor, la frustración y otras
circunstancias percibidas como amenazantes. Es, por lo tanto, un problema que
requiere un tratamiento adaptado a las distintas situaciones conflictivas y una
solución cooperativa, por que los protagonistas son, según los casos, el
alumnado, el profesorado o las familias.
Observaremos
que en esta parte introductoria estamos hablando de indisciplina y conflictos
que tienen lugar en los centros y en las aulas y no de vandalismo o violencia
escolar, que debería tener otro enfoque y tratamiento. De vez en cuando salpica
a los medios de comunicación sucesos dolorosos de vandalismo y actos violentos
entre el alumnado, alumnos-profesores o
familiares-profesorado. Sin embargo, los periódicos rara vez informan de
conflictos o indisciplina de los escolares porque eso es menos noticiable. No
obstante, debemos diferenciar indisciplina de conflicto escolar.
La indisciplina y el conflicto
aparecen en los centros educativos con distinta intensidad según el tipo de
centro, el contexto donde se ubica y la edad de los alumnos.
En los centros educativos se
establecen normas para prevenir o corregir determinadas conductas que puedan
alterar la convivencia, deteriorar las relaciones interpersonales y afectar a
los mismos procesos de enseñanza-aprendizaje. Como ejemplo de estas normas
podemos citar el Decreto de derechos y deberes de los alumnos y los reglamentos de régimen interno que elaboran los
propios centros.
La indisciplina y el conflicto
aparecen en los centros educativos con distinta intensidad según el tipo de
centro, el contexto donde se ubica y la edad de los alumnos.