1.Las relaciones personales

Todas las organizaciones contemplan en su funcionamiento la regulación de conductas individuales y colectivas, que permitan una convivencia ordenada y unas relaciones interpersonales de respeto y cooperación. En lo que se refiere a las organizaciones educativas, el conflicto es algo inherente a las mismas y por esa razón se establecen normas para prevenir o corregir determinadas conductas que alteran la convivencia, deterioran las relaciones interpersonales y afectan a los mismos procesos de enseñanza-aprendizaje. Como ejemplo de estas normas podemos citar el Decreto de derechos y deberes de los alumnos y los reglamentos  de régimen interno que elaboran los propios centros.


En cualquier caso, el conflicto que produce la convivencia diaria es un tributo inevitable y, también, aceptable dentro de unos límites. Cuando son traspasados esos límites el engranaje de la convivencia se resiente y es necesario añadir el lubricante adecuado para que las relaciones entre las personas y la misma organización recupere la situación de equilibrio y estabilidad necesarios para un normal funcionamiento. No debemos asombrarnos, por lo tanto, de que existan conflictos y casos de indisciplina en los centros educativos. Si nos preocupara que sus niveles sobrepasen los índices  admitidos como normales, socave la convivencia tranquila que debe existir y que el conjunto de la organización escolar se vea perjudicada en sus elementos personales y formales. En este caso puede ser negativo para toda la comunidad educativa.

La indisciplina y el conflicto aparecen en los centros educativos con distinta intensidad según el tipo de centro, el contexto donde se ubica y la edad de los alumnos. En la mayoría de los casos son inducidos por determinadas actitudes provocadoras, pero también se da como una forma de reaccionar los individuos ante el temor, la frustración  y otras circunstancias percibidas como amenazantes. Es, por lo tanto, un problema que requiere un tratamiento adaptado a las distintas situaciones conflictivas y una solución cooperativa, por que los protagonistas son, según los casos, el alumnado, el profesorado o las familias.
Observaremos que en esta parte introductoria estamos hablando de indisciplina y conflictos que tienen lugar en los centros y en las aulas y no de vandalismo o violencia escolar, que debería tener otro enfoque y tratamiento. De vez en cuando salpica a los medios de comunicación sucesos dolorosos de vandalismo y actos violentos entre el alumnado, alumnos-profesores o  familiares-profesorado. Sin embargo, los periódicos rara vez informan de conflictos o indisciplina de los escolares porque eso es menos noticiable. No obstante, debemos diferenciar indisciplina de conflicto escolar.


A DESTACAR EN ESTE PUNTO:

La indisciplina y el conflicto aparecen en los centros educativos con distinta intensidad según el tipo de centro, el contexto donde se ubica y la edad de los alumnos.
En los centros educativos se establecen normas para prevenir o corregir determinadas conductas que puedan alterar la convivencia, deteriorar las relaciones interpersonales y afectar a los mismos procesos de enseñanza-aprendizaje. Como ejemplo de estas normas podemos citar el Decreto de derechos y deberes de los alumnos y los reglamentos  de régimen interno que elaboran los propios centros.


La indisciplina y el conflicto aparecen en los centros educativos con distinta intensidad según el tipo de centro, el contexto donde se ubica y la edad de los alumnos.